14 de febrero de 2010

Pídele cuentas




El día 12 de octubre de aquel año nos toca desfilar delante de S. M. Nuestro Primero Juan Carlos. Hace un sol más propio del veranillo de San Miguel que de esas fechas y un compañero se desmaya mientras esperamos clavados como estatuas en la formación. Tras unos interminables minutos llega y pasa revista a la tropa. Aunque no estoy entre las primeras filas puedo ver pasar su figura imponente, más alta que la mayoría de nosotros, con su inconfundible aire despistado. Más tarde, de regreso en el cuartel comprobé que no fui el único impresionado. Por aquel entonces el Rey representaba la unidad de España, la defensa de la Constitución y todo aquello que daba algún sentido a aquellos nueve meses de alistamiento involuntario a razón de poco más de 9 euros de ahora la soldada.


En Pídele cuentas al rey, Fidel (Antonio Resines) es un minero que se encuentra en el paro al cerrar la mina en la que trabajaba y que emprende una marcha de Asturias a Madrid para reivindicar el derecho a un trabajo que recoge esa misma Constitución con el objeto de expresárselo al rey personalmente.


Hoy somos más de cuatro millones de personas en la misma situación que Fidel en España, y es ahora cuando Su Majestad reclama un pacto de estado entre gobierno y oposición guardando silencio con el apoyo de ese mismo partido a los independentistas catalanes y gallegos. El mismo partido que no tuvo ningún escrúpulo en utilizar el 11-M para ganar unas elecciones y practicar el terrorismo de estado. Como heredero directo del franquismo sabe que la permanencia de su dinastía pasa por ganarse a los votantes de la izquierda, o al menos de la más moderada. Quizás porque piense que los de la derecha 'más rancia' que divaga ya no representan ningún peligro como en los años de la transición a la democracia. Hoy el grueso del ejército español se nutre de más ciudadanos de origen extranjero.


Hoy no hay foto de las Azores, pero sí un desayuno de la oración con Obama y los conservadores estadounidenses. Ya no estamos en Irak pero sí en Afganistan y en otras misiones de paz, en las que nuestro ejército parece ser el único que sufre bajas. El valor se presume en el soldado ¿y en el rey?

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