23 de diciembre de 2010

En caída libre









Tomarás esa sangre con tus manos, la tuya propia y la de los demás. (Biutiful)



Otra tarde tonta de domingo, tan peligrosa que empuja a divagar o a mortificarse un poquito con el último dramón de la fábrica González Iñárritu para calmar mi vicio secreto. Cuando te metes en la sala a ver una de sus películas ya sabes a lo que vas. Es lo más parecido a una semana de pasión fuera de Semana Santa aunque no en el sentido religioso del término. En eso el trailer no engaña en absoluto: la sórdida existencia en los arrabales de Barcelona en pleno siglo XXI, pero que bien pudiera tratarse de cualquier otra gran ciudad con fuerte inmigración. Uxbal (Javier Bardem) está gravemente enfermo y busca desesperadamente un futuro para sus dos hijos pequeños en mitad de la inmundicia, con una madre que no ejerce como tal y buscándose la vida traficando con drogas y también con personas: una denuncia del negocio de la inmigración ilegal en el primer mundo, y no sólo la china.

Iñárritu escribió el guión pensando en Javier Bardem para el protagonista y una vez más su camaleónica interpretación no me defraudó. Al contrario que en Babel, esta vez ha preferido centrarse en un personaje y en un solo lugar lo que la hace también más claustrofóbica. Lo que sí comparten es que no son para deleitarse o evadirse, aunque consigue que salgas del cine pensando que hay gente con verdaderos problemas. Aunque para ser sincero, no me cuadra que alguien que guarda tanta pasta viva en un sitio tan cutre.




Ya no recuerdo si comencé a beber porque me dejó mi mujer o si fue al revés. Ben (Nicholas Cage) en Leaving Las Vegas.



Ben Sanderson (Nicholas Cage) es un publicista de éxito que es despedido debido a su adicción a la bebida. A partir de ese momento su vida se parecerá más a una bola de nieve. Por el camino encuentra a Sera (Elisabeth Shue), una prostituta que le acompañará en ese siniestro viaje hacia Las Vegas -dónde si no- para acabar sus días con la ayuda de su compañero inseparable. Personalmente me parece la película más demoledora acerca del alcoholismo junto con Días de vino y rosas; no en vano los protagonistas los encarnan sendos monstruos. Cage y Shue realizan uno de sus mejores trabajos, respaldado por una poderosa banda sonora con temas de Don Henley y Sting interpretando jazz el resultado no es menos impactante.





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