6 de diciembre de 2011

En el país de los ciegos





Ya se celebraron las ansiadas elecciones ¡Por fin cambiaremos de gobierno! Zapatero se marchará a su casa y esta vez los EREs del psoe no serán falsos. La mayoría absoluta otorgada al pp le da total iniciativa para acometer las acuciantes reformas necesarias para reflotar nuestra economía. En Italia ya han empezado a aprobarlas aunque sea con lágrimas y las del ejecutivo de Rajoy no tardarán bajo la presión de nuestros socios más pudientes en esta casa común llamada Unión Europea.

La ministra italiana de economía no fue capaz de pronunciar la palabra sacrificio en la rueda de prensa. Sinceramente no me imagino a ningún ministrable del gabinete Rajoy enjugándose las lágrimas al empuñar el sacabocados mientras pide amablemente que los españoles vayamos pasándole el cinturón. A quien sí puedo ver partirse de la risa es a Elena Salgado en algún rincón de la Costa Azul brindando a la salud de los marrones que ya no tendrá que saborear, pero eso ya es otra historia.

Vienen tiempos difíciles, decía Jáuregui a Sáenz de Santamaría en la primera ronda de traspaso de poderes. Indudablemente Pérez Rubalcaba se encargará de que también lo sean para el nuevo gobierno. El paquete de medidas es probable que pasen por los recortes del llamado Estado de Bienestar que venimos disfrutando los españoles desde hace varias décadas, entre otros la educación, la sanidad, las pensiones y el vermú de los domingos.



Por otro lado está la ansiada reforma laboral, traducida en reducción de salarios y una mayor precariedad si cabe de contratos. Es decir, lo de siempre, que los que pagamos somos los mismos. ¿Por qué no empezar a recortar esas mega-pensiones a la clase político-bancaria que son parte de los grandes culpables de este desaguisado? Si hay que ser competitivos, comencemos por liberalización real del precio de los carburantes. Si cada vez se vende menos gasolina, no va a venderse más si se incrementa su precio.


Hoy se celebra el día de la Constitución Española, de lo que se llamó el "café para todos" al final se lo han bebido precisamente los que no quieren saber nada de ella y con motivos para celebrar este día: PNV, CiU, Bildu, Amaiur-Batasuna y, por supuesto, también ETA.


Y finalmente vienen los trincones, tanto patricios como plebeyos que se lo llevan crudo aunque tengan un sueldo más que aceptable. Incluso una de las pocas instituciones respetables que nos quedaban se ve salpicada por el escándalo de la corrupción. Y el ministro del gobierno saliente que amenaza con desbancar a los reyes de las gasolineras. Parece como si robar estuviera en nuestra naturaleza, como el gato que caza ratones aunque tenga el estómago a reventar. Menos mal que tenemos unos deportistas fuera de lo común que nos salvan de morir de la vergüenza más miserable.



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